El consumo de tabaco es un factor de riesgo para la salud, tanto para los consumidores como para los no fumadores expuestos al humo del tabaco ajeno, siendo la primera causa de mortalidad evitable a nivel mundial. Por ejemplo, la esperanza de vida de un adulto fumador es 10 años menor que la de una persona no fumadora.
Cuando se consume tabaco por vía inhalatoria, es decir, cuando se fuma, existe una mayor toxicidad y un alto grado de adicción. El principal ingrediente psicoactivo que produce esta dependencia es la nicotina. Pero el humo del tabaco contiene más de 4000 productos químicos, de los cuales más de 50 pueden causar cáncer. Además y, no menos importante, existen otras enfermedades asociadas al tabaco, como trastornos cardiovasculares, problemas respiratorios (EPOC, asma…), síndrome de muerte súbita del lactante…
El tabaco puede también provocar otros efectos sobre el organismo que empeoran la calidad de vida, como envejecimiento prematuro de la piel, calvicie y aparición de canas, mal aliento y dientes amarillos, disminución de las capacidades físicas, disfunción eréctil…
Por ello, aunque la toxicidad suele depender de la dosis, en este caso no existe un consumo de tabaco exento de riesgo un consumo seguro, sino que niveles bajos de exposición (un único cigarro al día) aumenta de forma significativa el riesgo cardiovascular y de que aparezcan todos los problemas asociados mencionados.
¿Cuáles son los beneficios más importantes de dejar de fumar?
- El riesgo de padecer enfermedades asociadas va a disminuir en el tiempo, hasta que, 10 años después del último cigarro, se iguale al de un no fumador.
- A las 48 horas no queda nicotina en el cuerpo.
- Mejoran el gusto y el olfato.
- Se perjudica menos a los no fumadores.
- El nivel de oxígeno en sangre vuelve a la normalidad.
- La circulación y la capacidad pulmonar mejoran, mejorando también la capacidad física.
- La tos y la sensación de ahogo mejoran a medida que la función pulmonar aumenta.
¿Qué consejos ofrecemos para conseguir dejar de fumar?
- Actitud positiva: Piensa alternativas para no pensar en fumar, mantén la mente activa y ocupada.
- Fuerza de voluntad: Lo primero es querer y comprometerse. Para que sea más fácil se pueden seguir algunos trucos, como fijar una fecha para fumar el último cigarro, convencer a alguien para que deje de fumar a la vez, comunicarlo a todo el entorno para que ayude…
- Control: Ante una crisis piensa: ¿Cuánto necesito realmente este cigarrillo? Recuerda las razones por las que decidiste dejar de fumar. ¿Realmente vale la pena tirar por la borda todo el esfuerzo que has hecho, por un solo cigarrillo?
- Evita las tentaciones: Elimina ceniceros, encendedores y paquetes de tabaco del entorno habitual. Evita el café y el alcohol, cuyo consumo suele asociarse al tabaco.
- Dieta y ejercicio: La actividad física relaja y ayuda a sentirse mejor. Si aumenta el apetito, hay que sustituir los alimentos que engordan por otros más saludables como fruta y beber mucha agua.
- Recompensa: Ahorra todo el dinero que no gastas en comprar tabaco y date un capricho.
- Apoyo: Familia y amigos deben ser conscientes del momento y colaborar. Por ejemplo, no fumar en tu presencia.
- No te rindas: Se puede conseguir aunque haya alguna recaída.
Y lo más importante, todo el proceso será más fácil si se realiza junto a personal sanitario especializado – farmacéutico y médico – que te ayudará en todo momento, con el apoyo psicológico y terapéutico adecuado. Es importante señalar que cuando un fumador realiza un intento de abandono del tabaco por sí mismo, las probabilidades de éxito son de un 10%, mientras que si lo hace con el apoyo de un profesional sanitario, ese porcentaje de logro se quintuplica. De ahí la importancia de contar con una intervención clínica efectiva para alcanzar el éxito.
Fuentes:
- OMS: Nota descriptiva sobre el tabaco, mayo 2017.
- Programa CESAR
- merican Cancer Society: Tabaco y cáncer
Autor:
Francisco Barreiro